lunes, 19 de marzo de 2012

Reseña "Espía de Dios" de Juan Gómez-Jurado



Todo comenzó un verano en la estación de autobuses Plaza de Armas de Sevilla. Estábamos mi amiga y yo esperando a que llegase el autobús, que nos llevaría hasta el paraíso playero en el que pasaríamos una semana relajada mientras dejaríamos que los rayos del sol penetrasen en nuestras maravillosas y suaves dermis, cuando vimos la típica librería de las estaciones con libros a precios de saldo. Comenzamos a curiosear toda la librería, y de repente lo vi, Contrato con Dios, me llamó la atención, así que lo cogí, leí la reseña de la contraportada, busqué el autor (¿y éste quién es?) y el precio no era muy elevado así que no lo pensé dos veces y me lo llevé. Ese libro de unas 400 páginas lo leí en cuestión de 3 ó 4 días (nunca antes leí tanto sin parar). Todo esto me llevó a investigar sobre ese tal Juan Gómez Jurado que había conseguido tal milagro en mí como era la constancia en un libro. Al investigar sobre el autor descubrí que el libro que había leído era la segunda parte de Espía de Dios, Y ahora que lo he leído he descubierto que en realidad éste no es la primera parte de Contrato con Dios y que la relación que guardan es simplemente la de compartir un par de personajes, de uno de los cuales me he enamorado, y éste no podía ser otro que el padre Fowler, o como a mí me gusta llamarlo, mi curilla peligroso.
Espía de Dios es la típica novela que te engancha desde el principio, ya que el asesinato de varios purpurados justo en medio de un cónclave no es para menos, pero la cosa se pone aún más interesante cuando la investigación se debe de llevar en secreto para que no cunda el pánico en el Vaticano, ciudad que en esos momentos se encuentra abarrotada de cristianos rezando por el fallecido Papa. Y lo siento por todos vosotros, pero hasta aquí puedo leer.
Con respecto a los personajes solo hablaré de aquéllos que más me han marcado.

Paola Dicanti: Típica mujer entregada a su trabajo, inteligente, apasionada,  con una gran belleza discreta (o al menos así me la imagino yo), pero escondida tras una capa de seriedad, protocolos, baja autoestima y sobre todo con una enorme necesidad constante de demostrar lo que vale en un mundo de hombres que la sobreprotegen o desprecian por ser mujer. Sin ella, jamás se hubiera podido llegar a la resolución del problema, pero sin el padre Fowler quizá ella no hubiese tenido las fuerzas de seguir remando contra una corriente tan fuerte como enigmática.

Maurizio Pontiero: No te desvelaré el final de este personaje, pero al hacer memoria de todo los personajes, me di cuenta que sin él no hubiese sido lo mismo. Es de estos personajes que parecen menos importantes de lo que realmente son. A veces en la vida real también ocurre esto.

Carlo Boi: Es un cabrón cobarde, sin ningún tipo de talento ni virtud que sobresalga más que la que pueda tener un gusano.

Fabio Dante: A pesar de todo, me terminó resultando simpático.

Viktor Karoski: No os desvelo absolutamente nada si os digo que es el malo de la historia,  se sabe desde el principio. Es un personaje que realmente me ha hecho sentir gran compasión, durante todo el libro no he dejado de pensar que no era más que un pobre hombre siempre enredado entre manos sucias, que la vida le ha llevado a donde está y que casi no ha tenido la oportunidad de redimirse y, ya se sabe, que lo que mal empieza... Espero que ni uno solo de los rasgos de este personaje sea fruto de la documentación, porque sería una gran tragedia.

Y por fin, como último y el personaje que más me ha gustado.

Padre Fowler: Un hombre hecho a sí mismo y que gracias a su fe, fuerza de voluntad y entrega al prójimo supo seguir el camino correcto. A pesar de que la vida parece haberle reservado algunas sorpresas, que se desvelan en el libro poco a poco, siempre supo mantenerse recto en sus convicciones, y aunque en algún momento de debilidad haya dudado y errado, supo dejar atrás su error y seguir su camino. Porque, ante todo, el padre Fowler es un hombre y como tal se equivoca. Me ha gustado tantísimo este personaje...
Ciertamente os digo, que al terminar el libro, se me quedó una sensación extraña en la boca del estómago, lo que me ha llevado en muchos momentos del día a pensar en esa sensación que no sabía describir ni identificar. Al final del día hablando sobre el libro caí en la cuenta que la sensación había sido como el final del viaje de una montaña rusa. Me explico: imaginad la sensación del viaje de una montaña rusa, vueltas arriba, vueltas abajo, la adrenalina corriendo a borbotones por vuestro cuerpo mientras intentáis desahogaros de esa sensación con gritos, risas, llantos pero toda esa sensación se corta rápidamente en los últimos metros del trayecto cuando el aparato comienza a frenar gradualmente para que nadie se desnuque. La sensación de los últimos metros, esa repentina calma tras un viaje en el que el corazón se te salía por la boca, ésta es la sensación desconcertante (que no mala) que a mí se me ha quedado cuando leía las últimas páginas del libro.



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